Mario
García Priego | 7/12/2019
Falla.
Erra. Yerra. Pífiala. Cágala. Márrala. Mete la pata. Ten un desliz. Un lapsus.
Un descuido. Equivócate. Tú. Equivócate. Cae, levántate y vuélvete a equivocar.
Así de fácil. No te compliques. La vida da segunda oportunidades. Ten paciencia
contigo. Tú primero. Date una segunda oportunidad. Y una tercera. Y una cuarta.
Pedro Simón | A. Heredia (El Mundo) |
Equivócate
como Paco, a quien un error le hizo pasar la mitad de su vida en la cárcel.
Equivócate como esa señora que con 73 años era adicta al crack. Equivócate como
Pedro Simón, que creyó a los padres de Nadia. Pero no abandones. No te hundas.
No te estanques. Busca tu segunda oportunidad. Búscala. Y vuelve a equivocarte.
Date
una segunda oportunidad. Pero también ofrécela. Ofrécela a tu hijo cuando
suspenda un examen de Matemáticas. Se la merece. Es solo un examen. Dale la
oportunidad de suspender el siguiente. O de aprobarlo. Quién sabe. El mundo no
se para porque tu hijo suspenda un examen de Matemáticas. Tampoco porque muera
después de varios meses de lucha contra una enfermedad, aunque dentro de ti ya
no gire nunca más. Y no se puede comparar lo segundo con lo primero. Aprende a
establecer prioridades. Esto también te lo enseña el error.
Llénate. Vacíate. Y vuelve a llenarte. Llega a los 50 —o
casi—. Pero llega siendo honesto. Ayuda. Sé periodista. Psicólogo. Cura.
Fisioterapeuta. Masajista… Y periodista, a pesar de todo. Equivócate.
Equivócate en todo. Menos en la honestidad. Equivócate. Sé feliz. Sin hacer
daño a nadie. Si te caes, te levantas. Porque tarde o temprano te vas a caer.
Pero recoge del suelo tu segunda oportunidad. Gánatela.
Sal. Mira al campo. No a la grada. Entrevista a El Rubius. Tómatela como un error.
Aunque tú no te hayas equivocado. Aunque sea él. Aunque no seas tú. Aprende de
ti. Y de él. Aprende lo que hay que hacer. Y lo que no. Reconócelo y sigue.
Continúa. No eres la hostia que te pegas, eres lo que haces después de esa
hostia. Y pégatela. Pégatela fuerte. Y si no has aprendido la lección, pégatela
todavía más. Otra vez. No pasa nada. La vida es tan buena maestra, que si no
aprendes una lección te la repite.
Quédate para ver la última gota que colma el vaso.
Quédate hasta que encuentres tu siguiente error. Quédate. Que no va a ser nunca
el último. Ni el primero. Repítelo las veces que haga falta. Hasta que te lo
aprendas. Caerse está permitido. Levantarse es obligatorio.
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