sábado, 25 de enero de 2020

Vaya papeleta


Mario García Priego | 10/11/2019

¿Qué es votar? ¿Para qué sirve? ¿De verdad es necesario? Eso parece preguntarse Sergio. Este informático de 42 años suele descansar los domingos. Pero hoy no. Hoy le ha tocado presidir la mesa electoral. Como diría Tony Montana, tiene cara de no haber hecho el amor en un año. Apunta, con un boli Bic en su mano izquierda, el nombre completo y el DNI de los tropecientos que vienen hoy a votar. Reconoce que ya casi se le había olvidado escribir.
Elecciones Generales del 10N en España
La cortinilla se abre como las puertas de un saloon del lejano oeste. Como si de dos revólveres se tratara, se vislumbran los dos sobres entre las manos de Miguel Ángel. El blanco en la derecha y el sepia en la izquierda. Daniela, su sobrina, lo observa expectante oliendo a Nenuco. No han venido a buena hora. Hay demasiada gente. Miguel Ángel no es Manolo García, pero sí el último de la fila. Toca esperar. Daniela está desesperada. Quiere que su tío la lleve a casa a ver los dibujos. A ella no le interesan las elecciones, pero seguro que su tío ha votado más veces al presidente del Gobierno que ella al delegado de la clase.

Parece que todo el mundo se pone de acuerdo para llegar a la hora del café. A ver si les va a sentar mal la comida… Rosa, que parece haber salido de casa con el pijama puesto, todavía no se ha decidido. Con el viento que hace, como no se dé prisa, lo mismo se le vuelan las papeletas. Lleva como quince minutos observando las distintas opciones antes de meterse en la cabina. No es la primera vez que vota, pero alega, con cierto retintín, que “cada vez lo ponen más difícil”.

—A las 9 veremos qué pasa.

Así es. A las 9 comienza el Betis-Sevilla, lo único que parece importarle en el día de hoy a Paco. Este jubilado, viudo y de 77 años, con un chivato de caña en la mano derecha y la correa roja de su perra en la izquierda, cuenta que la última vez que votó fue al poco de nacer “su Duna”. A Duna se le escapa un ladrido cómplice al escuchar el cariñoso testimonio de su dueño. Ella no lo recuerda, pero fue en el año 2008, “cuando Zapatero”.

En el banco en el que Paco lleva sentado toda la tarde parece que el tiempo avanza más despacio de lo normal. Desde aquí se puede ver a una señora. Con unas gafas de culo de vaso. Con un pelo más canoso que el de Richard Gere. Con una cantidad de laca para echar a temblar a toda la capa de ozono. Se dirige a toda prisa hacia el Divino Pastor. Lleva una marcha que ni Paquillo Fernández. A medida que la distancia se acorta, va menguando el paso. Falta poco para que cierren los colegios, pero todavía hay tiempo de sobra.

—No he venido esta mañana porque había misa.

Manoli es muy devota, según cuenta. Y la verdad es que nunca falla en las grandes citas. Tampoco en las electorales. Quizás ahora se pueda encontrar una respuesta a la gran pregunta. ¿Qué es votar? Votar es como dar las gracias al Señor: es justo y necesario.

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